Emilio Damiá, abogado y capitán auditor del ejército del
aire, señala que la influencia de los medios de comunicación hace que solo nos
interesemos por lo que a ellos les conviene. Estamos absolutamente volcados en
saber que pasa en Ucrania y llevamos años arrastrando los conflictos de Siria e
Irak y, en general, de Oriente Próximo. Seis millones de refugiados sirios
reclaman ayuda y todo el mundo echa mano de ellos según su conveniencia, pero
no hay país que se interese por sus problemas. Y mientras el líder turco
Erdogan impone su política gracias a ellos. Los aprovecha para solucionar su
política contra los kurdos. Mientras, Europa acepta ucranianos, pero ignora los
sirios, lo cual no quiere decir que no intervengamos de alguna manera en el
conflicto según sean nuestros intereses como occidentales.
El problema es histórico y tiene una raíz religiosa, lo cual
no quiere decir que la actual conflictividad sea religiosa. Existe una lucha
ancestral entre chiíes y sunies. Los chiíes son mayoritarios en Irak y Líbano y
los sunitas los son en Arabia Saudí y Siria. El mundo occidental, y sobre todo
los Estados Unidos, apoyan principalmente a Arabia Saudí por ser fuente de
petróleo olvidando exprofeso que las torres gemelas fueron derribadas por
sunitas. Hay que decir que dentro de estas diferencias no faltan minorías
importantes, entre ellos los cristianos y el omnipresente Israel que va
pactando con sus vecinos según conveniencias, como, por ejemplo, con los
sirios.
Uno de los protagonistas principales del conflicto es Bashar
al-Assad Presidente de Siria, que, si bien no era el primogénito sino su
hermano fallecido en accidente de tráfico, sucedió a su padre Hafez al-Assad.
Con el partido laico Baaz gobierna de forma dictatorial, pero ha sido sostenido
muchos años por los occidentales pues mantenía un cierto orden en el país. Este
partido fue también el predomínate en Irak hasta la caída de Sadam
Hussein. La supuesta pretensión de
Estados Unidos de imponer orden en Irak ha quedado en agua de borrajas y la
base actual religiosa de los chiitas ha sido siempre despreciado por los sirios
Dentro del marasmo de fuerzas antagónicas no puede olvidarse
Líbano, considerada en su momento como la Suiza de Oriente, que está dominada
por el partido chií Hezbolá que tiene un brazo político y otro
paramilitar y recibe armas, capacitación y apoyo financiero de Irán.
Por si faltaban problemas llega el presidente turco Erdogan
que pretende, no sin cierto éxito, coger protagonismo en la zona y solventar
por la fuerza su problema con los kurdos. Habitan la zona montañosa del
Kurdistán, en Asia Occidental, repartida principalmente entre los Estados
soberanos de Siria, Irak, Turquía e Irán. Son invadidos y dominados por los
turcos y todo el mundo mira hacia otro lado.
Cuál va a ser el futuro de la región nadie lo sabe. Lo que
sí debería tenerse en cuenta es que hay dos problemas a los que habrá que
enfrentarse el mundo, los refugiados y la reconstrucción de la zona. Y ello
teniendo en cuenta que todo apunta que se mantendrá Bashar al-Assad y que la
llamada Primavera árabe ha sido un fracaso.
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